Cambiar el cepillo de dientes es clave para garantizar una óptima higiene dental.
Todos nos introducimos al menos dos veces al día (o deberíamos hacerlo) un cierto utensilio en la boca: el cepillo de dientes. Por supuesto, se trata de un hábito saludable, pese a que muchas personas desconocen que este instrumento de higiene es el hogar de hasta 10 millones de bacterias.
No es un peligro, siempre que uses pasta de dientes
Sí, has leído bien. Probablemente, se podría pensar que el truco está en que esas bacterias pertenecen a las especies ‘buenas’ o ‘beneficiosas’ que habitan en la flora de nuestra boca (porque, efectivamente, nuestras propias bocas son también portadoras de un número enorme de bacterias que si estamos sanos no nos hacen ningún daño), pero un estudio publicado en el medio especializado Indian Journal of Dental Research encontró en 2011 que entre las que habitan los cepillos de dientes se encuentran algunas como Escherichia coli, Streptococcus mutans, Staphylococcus aureus, Pseudomonas, Lactobacillus, o Klebsiella, que pueden provocar graves infecciones.
Afortunadamente, en personas sanas y siempre que se use pasta de dientes (que es antimicrobiana) esto no debería suponer un problema en la gran mayoría de los casos. Eso sí, las personas que puedan tener el sistema inmune debilitado deberían extremar las precauciones, cambiando el cepillo con frecuencia, utilizando agentes antimicrobianos, enjuagues orales y a ser posible guardando el cepillo fuera del cuarto de baño.
Sea como sea, sigue habiendo algunas medidas que deberíamos cumplir para garantizar la máxima higiene dental y para evitar una mayor proliferación de bacterias.
Cambia el cepillo cada tres o cuatro meses
Por ejemplo, debido al deterioro que se produce con el propio uso del cepillo, la Asociación Dental Americana, colegio profesional de los dentistas en Estados Unidos, recomienda sustituir el cepillo (o el cabezal, si es eléctrico) cada tres o cuatro meses o más a menudo si se produce un deterioro evidente.
Igualmente, se debe enjuagar el cepillo concienzudamente después de cada lavado para evitar todo posible resto de pasta de dientes o sedimento, y guardarlos en posición vertical (con las cerdas en la parte superior, lógicamente)
Por último, la entidad aconseja evitar guardarlos en un espacio cerrado (o usar el capuchón que a menudo viene con los cepillos nuevos), ya que hacerlo de este modo impide la eliminación de la humedad, lo que favorece la proliferación de los microbios más que la exposición al aire.
Referencias
Swati Yadav. Toothbrushes in bathroom- clean before you clean. Journal of Advanced Medical and Dental Sciences Research (2015). Consultado online en http://jamdsr.com/uploadfiles/15.Toothbrushesinbathroom.20151129055222.pdf el 20/12/2022.
GN Karibasappa, L Nagesh, BK Sujatha. Assessment of microbial contamination of toothbrush head: An in vitro study. Indian Journal of Dental Research (2011). Consultado online en https://www.ijdr.in/text.asp?2011/22/1/2/79965 el 20/12/2022.
ADA. Toothbrushes. Consultado online en https://www.ada.org/resources/research/science-and-research-institute/oral-health-topics/toothbrushes el 20/12/2022.