Los peligros de la blancorexia o la obsesión de tener unos dientes blancos

Aprovechando la discreción que aportan las mascarillas, mucha gente decidió alinearse los dientes durante la pandemia. Ahora, con la retirada de las mismas, se avecina otro boom en odontología, que son los blanqueamientos dentales. Esta ‘necesidad’ responde a la obsesión de muchas personas de tener los dientes blancos, algo que, cuando se convierte en algo obsesivo, se denomina blancorexia. Esta obsesión lleva muchas veces a blanquearse los dientes en exceso e incluso a recurrir a tratamientos caseros que pueden poner el peligro la salud bucodental.

 

¿Qué es la blancorexia?

La blancorexia es la obsesión por conseguir unos dientes más blancos que lleva a las personas que las padecen a someter su dentadura a agresivos tratamientos dentales, tanto en el dentista -al que acudirían más de lo recomendable a hacerse este tipo de tratamientos- o, lo que es peor, a través de tratamientos caseros sin ningún tipo de control odontológico.

Las personas con blancorexia tienen una imagen o percepción errónea de la coloración real de su dentadura y presentan expectativas poco realistas sobre la tonalidad que pueden alcanzar con los tratamientos de blanqueamiento dental, pues, en realidad, los dientes, de manera natural, nunca tendrán una coloración blanca, sino marfil, y dentro de este tono, hay tonalidades más o menos claras.

La higiene y no tener hábitos tóxicos como el tabaco influyen, pero de manera natural en ningún caso nuestros dientes presentaran una coloración totalmente blanca, por mucho que así nos parezca cuando vemos las sonrisas de las celebrities. Para conseguir un blanqueamiento o aclaramiento de los dientes debemos recurrir al dentista, que además nos dará unas expectativas realistas de lo que podremos conseguir con los tratamientos y nos aconsejará cada cuánto tiempo hacerlos.

Consejos para evitar la blancorexia y sus consecuencias

Para no caer en la blancorexia y las graves consecuencias que puede ocasionar en nuestra dentadura, lo más importante es, sobre todo, poner siempre la salud por delante de la estética y confiar siempre en profesionales de la odontología en lugar de soluciones mágicas por Internet. Para ello, podemos:

 

•Tener una perspectiva más realista.

Además de que, como comentábamos, los dientes extremadamente blancos no existen, cada persona tiene una tonalidad distinta y, no por ello, su sonrisa tiene que ser menos bonita. De hecho, una sonrisa excesivamente blanca puede incluso llamar la atención para mal, pues se ve demasiado artificial.

 

•Respetar los lapsos de tiempo entre tratamientos.

Si decides recurrir a un blanqueamiento o aclaramiento con tu dentista, hazlo solo con la frecuencia que este te indique, pues el carácter agresivo de las sustancias blanqueadoras impide que los tratamientos, incluso los profesionales, se hagan demasiado a menudo.

 

•Desconfiar de los productos-milagro y de los tratamientos caseros, que, como comentábamos, pueden no ser seguros y muchas veces ni siquiera efectivos.